LAS TACHAS EN LA INDUMENTARIA MILITAR
Propósito y Practicidad
Las tachas y los apliques en la indumentaria han sido desde hace ya siglos, una declaración de actos.
Definido por la RAE como “clavo corto y de cabeza grande”, este detalle tuvo su primera aparición notable durante el segundo milenio a. C., cuando surgieron las armaduras metálicas.
Devido al material pesado, estas servían para unir sus diferentes partes, aunque también se les concedió uso ornamental.
Esta función se aprecia claramente en la pteruges de los antiguos soldados griegos y romanos, que consistía en una pieza decorativa situada en la cintura de la armadura. Muy diferente al uso que se le dio en la Baja Edad Media, donde destacó la brigantina, una coraza del siglo XIV al XVI formada por pequeñas láminas de acero ubicadas entre capas de cuero o lino y sujetas con tachuelas que servía para evitar la penetración de armas blancas y amortiguar golpes.
Habiendo sido utilizada en el frente de batalla, se llegó a la conclusión que las tachuelas también se podían utilizar para intimidar. Y en ocasiones pasaban de ser discretos clavitos para alargarse en forma de pinchos, en especial en la zona superior del yelmo, en el pecho y en las armaduras de caballos.
Vemos entonces como de ser simples apliques, pasaban a ser parte de la personalidad de quien los portaba, trasmitiendo al exterior, la fuerza con la que se quería encarar al oponente, o la manera de decir sin palabras: “no podrás vencerme”.